Que alumbrarán la oscuridad…
IV VIDA
Después de esa noche, en la que
me encantó ver a mi prima, Izena se hizo amiga de la casa. Venía a cenar todos
los meses. El último jueves del mes, para ser más concreto. El jueves era el
mejor día de la semana para mí en mi juventud. Recuerdo esas noches mientras
trabajaba y estudiaba, de salir con mis amigos a buscar ambiente universitario
por la zona de calle Cristo de la Epidemia y centro de Málaga, cuando todavía
no era un lugar de fiesta como ahora. Al día siguiente madrugón y a preparar el
viernes, pero éramos jóvenes y deportistas, por lo que aguantábamos sin
sustancias estupefacientes lo que hiciera falta.
Cada mes, aparecía con algún
amigo, amiga o familiar mío o de mi entorno, con el que hacía demasiado tiempo
que no coincidía y del que echaba algo de menos.
¿Era casualidad?
Después de cada cena, con los
chupitos de Mónica, que empezó a sentarse también, muy en contra de su
filosofía, acabábamos la conversación solos, cerrando el bar y hablando de
temas o proyectos que nos hubiera gustado realizar si las circunstancias de la
vida hubieran sido otras.
Esas noches, tenía paz. Dormía e
incluso soñaba.
Mi mujer empezó a tener la mosca
detrás de la oreja. Nos queríamos. Nos respetábamos y le había hablado de ella
y de sus visitas a mi casa. Te brillan los ojos, me decía. “No te enamores que
no tienes ni edad, ni dinero para otro divorcio, y como tú, no me va aguantar
nadie a mí.”
Encantadora.
La verdad es que mis sensaciones
eran de enamorado. Pero no de un enamoramiento nuevo. Era algo como de toda la
vida. En nuestras conversaciones, miradas, pequeños paseos hasta el parking
donde dejaba su coche, me sentía suyo. Y por lo que notaba, a ella le pasaba
igual.
Ansiaba ese último jueves del
mes. Ese servicio y encontrarme con alguien de mi pasado y con ella, claro. Esperaba
esa conversación sobre qué hubiera pasado si aquella vez, en vez de ir a esa
fiesta universitaria, hubiera ido a no sé dónde…nos hubiéramos conocido. Si
hubiera estudiado Magisterio, si ella no hubiera ido a aquel viaje a Ibiza, si
en la despedida de mi amigo Carlos en Tarifa, hubiéramos ido a comer a Bibo de
Dani García en vez de al Tumbao…
Todo giraba a que nos hubiéramos
podido encontrar hace años. Y en que, la mayoría de las veces, coincidíamos
también en qué hubiera pasado.
Así, durante siete u ocho meses.
En los que la sensación de acabar sin completar mi misión se acrecentaba.
…Mientras el sol llega
V ADIOS
En esa noche en la que empiezo mi
relato, resulta que hacía dos meses que no venía a mi casa a cenar. No tenía su
teléfono. Al preguntar a las personas que la acompañaros estos meses atrás,
todas me contaban una rocambolesca historia de casualidades que convergían en
la quedada para cenar juntos en mi casa.
Mi mujer y mi niña se habían ido
de vacaciones con unas amigas, a las que me uniría yo en unos días.
Esa noche estaba especialmente
bajo de moral, y llegaba tarde a mi
cocina. Había hablado con Marco y estaba todo controlado. También había llamado
a Mónica, claro. Pero no hizo falta decirle nada. “cuídate, abuelo” y ven
cuando quieras que nosotros nos encargamos. Si viene Luna te avisamos, me
escribió por whatsapp.
-¿Luna?
- Si. “Izena”, es Luna en vasco
Empezaba a encajar. La Luna,
Izena, mi media cicatriz, mi melancolía sin ella. ¿Qué pasa?
Llegué, acabé mi medio servicio y
me quedé el último para cerrar.
Marco y Mónica se iban juntos a
una fiesta en el Hotel Miramar. No me lo podía creer. Por fin.
Mi niña me llamó diciendo que
estuviera bien y que pronto nos veríamos.
Mi mujer también me escribió para
preguntarme si la echaba en falta…
Le dije que no y se cabreó para
variar.
Todo era como demasiado previsto.
Como si acabara algo y sonara la música de una película a punto de salir el
rótulo con la palabra “FIN”.
Bajé la persiana y salí por la
puerta de atrás.
Alguien me susurró mientras
echaba la llave.
-“Hola, ya estamos juntos”, me
dijo.
Al girarme, la luz de emergencia
iluminó una cara radiante, risueña, con una mirada que hizo que se parara mi
mundo. Allí estaba.
Me cogió la mano y sin mover los
labios me habló:
Ya está. No ha podido ser esta vez
tampoco, mi amor. En ese momento lo entendí todo. Estábamos hechos el uno para
el otro. Éramos un solo ser unidos por un amor fuera de esta dimensión…Mis
matrimonios fallidos, mis errores en la vida, los accidentes, el daño hecho a
personas sin ser consciente, tantas vueltas a las cosas en pensamientos
recurrentes, el tener que empezar de cero una y otra vez, el no habernos
encontrado antes… todo era un camino a modo de prueba. No lo habíamos superado.
En esta ocasión, ella fue informada y por tanto, fue consciente del vagar de
nuestras almas por este mundo. Ella, se encargó de buscarme. Ella me trajo
cuentas pendientes a cerrar en mi casa. Esta cicatriz, era el vestigio de
nuestro sello de amor con la Luna de testigo. En otras ocasiones, varias, había
sido al contrario y el tatuado había sido yo. De todo fui consciente al tomar
contacto con sus manos. Todos esos proyectos de nuestras conversaciones que
podrían haber sido en común, eran nuestra “misión”. No había sido culminada.
Poco a poco, nos acercamos y nos
besamos.
Fuimos dos personas distintas a
las de antes de tocarnos. Fuimos nosotros.
Con la obligación de tener que
vivir otra vez en este mundo, sin saber en qué época, ni cómo ni cuándo, pero
con la certeza de deber encontrarnos para culminar nuestra felicidad, nos
desvanecimos en el espacio.
Mi cuerpo quedó fulminado,
inerte, sólo. Infarto. Encontrado a la mañana siguiente cuando salía el sol que
lo iluminó, por una pareja que corría por la zona, preparando la Media Maratón
Ciudad de Málaga. La que hice en una hora y 35 minutos, bajando diez de mi
penúltima participación y a la que tenía ganas de arrancarle unos minutillos
más… Paraaa!
Llamaba la atención la expresión
de felicidad. Lo había sido.
Todo acabó. Esperando a empezar
de nuevo la misión y compartirla con
ELLA.
Buen final!!! A por más....lo estaré esperando...
ResponderEliminarIncreible!!
ResponderEliminarMuy chulo José!! Te ánimo a que veas como continuar la serie. IZENA da para más!! 😄🙃
ResponderEliminarGuauuu...me ha encantado Jose! Segue escribiendo y compartiendo :-)
ResponderEliminarSin palabras.
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