Shot14

 

En el exterior, hacía un calor de mil pares de soles.

En la cocina, aquel espacio en el que había ocupado miles de horas, cocinando para los suyos, la temperatura era gélida, Antártica.

Caído de rodillas, con la barba, empapada de una mezcla asquerosa de lágrimas y mocos, apoyada en su pecho, los brazos colgando como dos ramas de árbol tras un vendaval, la cabeza no paraba de darle vueltas.

¿Por qué hemos llegado a ésto?

Ella, altiva, sin hablar, preparaba su maleta. 

¿Cómo habían llegado a este punto?

Tantas veces la había engañado, que no era capaz de recordarlas. Ella siempre se hacía la engañada, aunque sabía que el momento llegaría, tarde o temprano, perdonándolo, o esperando a que pasara la tormenta para seguir esperando el resultado de sus actos.

Siempre era ella la que lo esperaba; antes, con el reloj en la mano, ahora ya, fingiendo que dormía.

Los reproches, dejaron paso a la desilusión, a la indiferencia. Las lágrimas habían desaparecido.

Sólo lo esperaba. Tirando la toalla de los tiempos en los que quería envejecer al lado del hombre que conoció, y que ahora no era ni la sombra de lo que fue.

Sólo lo esperaba. Caería por su propia conducta. Lesiva, dañina, egoísta, de tío envalentonado pero vacío de luz a base de derramarla por donde no debía con sus pérdidas de control, provocadas o fluidas por sus propia filosofía.

EL tiempo había hecho su trabajo.

Ella, se hizo fuerte. No dejó que volvieran a jugar con sus sentimientos puros, limpios, sinceros.

Por fin se aclaraba el camino con la luz de la Luna llena de junio. Luna de sangre, decían. Aunque la realidad no era diferente a "más de lo mismo". Momento único, oía a sus amigas. Una Luna llena más, de las que consagran amor, o destrozan una vida. Cómo había visto millones de veces.

Pasó junto a él, y le pareció un ser pequeño, asustado, un despojo de basura que se calló de una bolsa antes de tirarla al contenedor, sin merecer la pena ni agacharse a por él.

Ella iba muy digna, morena, arreglada, la cara bien alta. Como alguien que sabe que lo está haciendo bien y que se merece su recompensa.

Él, intentó asir la mano que quedaba libre, la otra hacía rodar el equipaje. En un último intento de suplicar un perdón que ni él mismo pensaba merecer.

Ella, paró un instante, con un gesto de la cabeza, miró hacia un lado, sin fijar la vista en nada concreto. 

Al instante, se soltó, enderezando la mirada y su caminar decidido hacia el infinito.

Ya no había nada que hacer. 

La espera llegó a su fin.

"Un poco más, te lo ruego", le pidió él entre sollozos.

"Se acabó". dijo seria.

Con un chasquido de los dedos, le arrancó el alma del corazón y se lo llevó al infierno al que él creía que debía llegar. Pasando antes por la dimensión que le limpiaría el espíritu.

El cuerpo inerte se desplomó en el charco de sangre que se había formado con la raja auto infligida de su cuello.

Aquí, no más oportunidades. 

A partir de ahora, tu alma crecerá y aprenderá de este regalo en forma de vida que desaprovechaste.

Dejando la Luna atrás, volaron a través del Sol hasta donde nadie sabrá nunca volver.

JSG





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