Esto sale de mi cabeza. Y como es
mi blog, lo publico porque sí. Aunque no estéis de acuerdo con nada, necesito
expresarme.
La vida nos da todo tipo de
situaciones.
Nos ofrece oportunidades de tomar
nuestras propias decisiones.
Nos pasan cosas. Acontecimientos
deseados, no deseados.
A veces, ocurren como los
teníamos previstos.
Otras, la mayoría, discurren a su
libre albedrío.
Pienso que estamos marcados por
lo que tenemos dentro: alma o espiritualidad, nosotros mismos en realidad.
Nos mueve el miedo a vivir, pues
cuando lo hacemos, la arena del reloj, deja de caer a la misma velocidad.
Nos mueve el miedo a
equivocarnos, hasta que nos somos plenamente conscientes que el error, ayuda a
aprender. Debemos cometer algunos errores emocionales, por pura cobardía, por
miedo a la opinión ajena, por seguir teniendo el alma limpia, hasta que nos
capacitamos para enmendarlos sin permitir que la realidad empañe esa limpieza,
con nubes de lluvia ácida.
Como siempre pienso, la teoría es
sencilla.
La práctica es otra cosa.
La experiencia aborda la madurez que quizás, junto a la confianza en uno mismo, nos hace evolucionar, avanzando en este tablero de juego vital, en el que, como fichitas distintas, nos mueven al azar de unos dados; apenas con un suspiro, ruedan cambiantes, mostrando un “as”, que es cuando empezamos a movernos según nuestras decisiones vitales. Evitando el 6, símbolo “de mueves y tiras otra vez”, entrando en el bucle de repetir tu historia, por no recordar sus consecuencias pasadas.
En algunas canosas cabezas, aún
queda algo de religiosidad. Incluso de la duda crítica. Así nos criaron.
En otras más jóvenes, la ilusión
de una fe, que las salvará del fuego del averno. Que las llevará a un paraíso
lleno de hembras lujuriosas, y otras ramas, hubo, hay y habrá, en las que hay que
acabar con el infiel sea como sea. El que no piensa como tú, es el enemigo.
Como en política.
La fe, es otro poderoso jugador.
A través de la humana necesidad de entender qué pasará tras morir; y negarse a
aceptar que o bien, se empieza de nuevo en otro ser, o bien nos apagamos y “hasta
luego Lucas”.
Mentes muy lúcidas, crearon todo
tipo de religiones, basadas en un elevado número de casos, sorprendentemente,
en los mismos conocimientos ancestrales. Pero eso sí, cada perro con su collar.
Y si es de diamantes y oro, pues mejor. Y si me hacen caso, yo, que soy el más
listo, les daré pan y vino, en una orbital sátira, que repite como estribillo
de chirigota, la chusma política actual, ávida de riquezas.
Había una humanidad. Se extinguió
y cientos de miles de años después, surgió otra. No sabemos todavía por qué ni
cómo. O sí. Pero no interesa demostrar que no somos ni polvo en el desierto,
siendo a la vez, seres únicos e irrepetibles.
A través de Tótems, como uno al
que visito asiduamente, estatuas, grabados, dibujos y mitos, representamos
ídolos falsos que, en realidad, esconden una verdad espiritual. Dioses que,
usando el miedo y a la vez, el sentido común, consiguen aborregar a mentes
deseosas de sentirse cómodas bajo el látigo de un domador, que los puede
castigar para siempre jamás.
¿Hay un para siempre jamás? Pues eso.
La parte espiritual, existe. Es
innegable. Al igual que la conexión con el planeta. Sin esa conexión, quizás no
existiríamos.
El cerebro sigue siendo una enorme
caja de sorpresas. Y eso que sólo sabemos usar un 15% como muchos. La media irá
descendiendo, pues la incultura social, está llegando a los umbrales de la usada
antaño y ahora prohibida, palabra: normalidad.
Las clases pensantes, elaboran
leyes educativas. Personas y persones que no han entrado en un colegio en su
vida. No han pasado del corte de cinta inaugural. Algunos, ni acabaron
legalmente sus carreras universitarias. Y ahí andan. Buscando otro collar para
el perro de antes. Pero cada vez, que apriete menos, vaya a ser que salga alguien
que nos sople el chiringuito de cimientos de paja.
Resultado: los coeficientes
intelectuales planos, favorecen la poca crítica a la casta dirigente, sea cual
sea su color. Dinerito en mano por voto. Y a tomar por saco, ya que este no es
mi país, facha, ni pienso currar. Como manifiesta abiertamente un altísimo
porcentaje de población joven y no tan joven. Tú, exprime al que paga impuestos;
me das mi parte, la que tengo derecho a recibir del estado, la que me hace que
me salga más cómodo no ir a trabajar para colaborar en todo, sino quedarme en
el parque con mis porritos; que ya la mandaré yo a mi tierra, y te mantengo
ahí. Hasta que desaparezcas devorado por tu riqueza ilegal, hundido en tu
cenagosa moral y perpetuado por la falta de dignidad humana.
Pero el espíritu está. Se siente.
Pienso que se manifiesta en los
sueños. Es fantástico soñar. Pero no ilusionarse, sino: soñar. Levantarse
riendo por lo divertido del sueño. Asustado, conmovido, nervioso…Da igual.
Acordarte de tu sueño es fantástico. El cerebro ha funcionado por la noche,
jugando con emociones, memoria, colores, cuentos, ideas, recuerdos, ilusiones y
miedos. Lo bate en una coctelera, que mezclada con ansiolíticos y anti
depresivos, me mete unas películas, que ya quisiera “Avatar”. Antes de la
química, también me pasaba. Inspirando muchas frases en libretas y folios
sueltos, que algún día me dedicaré a recopilar.
Esa vida creada en la onírica
dimensión, me ha llevado a escribir estas palabrillas desde mi humilde masa gris.
En una tarde gris. Que ya estoy harto de estar así: gris.
Que salga ya la Luna, por favor.
Como ejemplo: la otra noche, mi
madre me llevaba en su antiguo panda por un desfiladero en el que entramos en
otra dimensión. Allí, estaba una tía mía. Entre las dos, me enseñaron a levitar
con el fin de rescatar a un amigo que estaba en una discoteca abarrotada de
gente. El aprendizaje del vuelo, se realizó en una casa con la que siempre
sueño y puedo describir al detalle. Tanto la casa, como la calle en la que se
encuentra, los armarios, y las nuevas habitaciones que aparecen cada vez que la
visito, están en uno de mis relatos. Junto a mi colega, y a un ejército de
sirenas y serpientes, entramos en un palacio, para liberar a los reyes de esa
dimensión. Luchando con espadas y armas de láser. Contra unas especies
parecidas a toros, con patas metálicas y un chaleco que reflectaba nuestros
disparos. Toda la noche en guerra y mi madre esperando con el panda arrancado.
Para llevarme a un lugar donde revivíamos y poder realizar nuestra misión. Luego,
a llevarme de vuelta a la realidad, pues
tenía que madrugar para ir a cole a trabajar.
Olé.
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