ALEX.CORTO 3

 

CORTO 3. ALEX.

Álex, pertenecía a una generación nacida en el período comprendido entre la Zeta y la Alfa, es decir, entre el 2000 y el 2010.

Una generación, inmersa en la era digital, que no conocía los teléfonos con cable ni las televisiones no inteligentes. Incluso les costaba trabajo usar teclados, salvo en ordenadores portátiles. Contaba 16 primaveras e iba de camino de las 17. Una adolescencia adelantada para ciertas actividades y muy infantil para otras. Entre ellas, la gestión emocional.

Todos los medios de comunicación y todas las redes sociales, estaban repletas de cuerpos perfectos, rostros iguales y tendencias movidas por grandes Lobbys, que pagaban a jóvenes para influir de manera directa y poco sutil, sobre lo que hacer y no hacer. Si no tenías contacto con estas redes, eras un verdadero paria social. A la vez que se movía el mercado hacia el consumo para la foto, se intentaba normalizar los diferentes tipos de cuerpos que debían de ser aceptados. Ya lo eran, pero cuando se inventa un problema, se gana dinero con la solución.

El caso es que los modelos de ropa, por ejemplo, de grandes firmas internacionales de  complementos de moda y deportes, igual ponían a una persona de biología masculina y entrada en una insana carga de peso, a presentar ropa interior femenina. O a otra persona de género femenino, con extrema delgadez, haciendo un deporte de riesgo o lucha.

Si no hay foto, no lo habías hecho. Viajes, sexo, deporte, bromas, retos, etc.

Toda esa presión, con un intenso componente sexual añadido, era un universo de estímulos para la edad que tenía Álex.

Toda la moda arcoíris, además de visibilizar los distintos gustos sexuales, que estaba genial, imponía sus normas y sus derechos, que ya estaban adquiridos; pero lo importante era el consumo. Por tanto, la inmensa mayoría de adolescentes con familias poco estructuradas, o con un progenitor ausente, o en cualquiera de los ambientes contrarios a los descritos, entraba en una espiral de inseguridades para construir su propia personalidad.

Álex, no lo tenía claro. De hecho, tenía claro que le gustaban las chicas, aunque admirara a algunos de sus amigos y estuviera en la duda, de usar simplemente la palabra amistad con otros.

Sabía perfectamente que formaría una familia y tendría dos hijos. Pilotaría aviones en el espacio exterior y apenas envejecería con el paso de los años. Su hogar, estaría en lo alto de una montaña, con vistas al mar, desde cuya terraza, vería sentado con un café, los atardeceres rojizos, por el Oeste.

Apenas recordaba desde cuando lo sabía, pero sí, lo sabía.

Practicaba cualquier deporte que lo subiera sobre varias ruedas bajo cada pie. En una pista del ayuntamiento de su localidad interior, preparada para ello y para practicar Parkour, un par de años antes de hoy, sufrió una peligrosa caída que lo llevó a una parada cardiorespiratoria. En el recinto había un dispositivo desfibrilador; un policía local, lo usó para reanimarlo. El chispazo, le recorrió como un rayo de la cabeza a los pies. Y en ese momento se despertó una parte de su cerebro que normalmente no es usada por la mayoría de los humanos, pues se encuentra en la memoria ancestral.

Desde ese día, al dormir, entraba en una fase del sueño, en la que no había entrado nunca. Veía cosas, y se iban cumpliendo.

Al principio, eran tonterías: alguna chica, algún truco con los patines, algún descubrimiento que no salía a la luz pública, restos arqueológicos que él visualizaba en su momento de uso natural, etc.

A su padre, le comentaba que el espacio era una dimensión física, y que después de mediados del siglo pasado, había científicos estudiando el tema. Pronto saldría a la opinión pública, pero aún se usaba solo como métodos de pruebas en actividades militares.

Su padre, ante esas cuestiones, le preguntaba por sus sueños y por qué canal había descubierto en la tele satelital, para escuchar tanta fantasía.

Pero Álex, estaba en lo cierto, seguro.

Otro día se interesó por el pilotaje de ultraligeros y acabó con información para estudiar cursos de piloto. Se mantenía en forma, ni bebía mucho (alguna fiesta, sí), ni consumía ninguna sustancia que pudiera producirle alguna adicción. Su convicción sobre unas píldoras que impidieran el envejecimiento, era total. Pensaba que el tema de salud, estaba controlado por Lobbys farmacéuticos. Era imposible que no se pudieran detectar rápidos los cánceres. Imposible que hubiera enfermedades sin cura: eran años de investigaciones de alto nivel.

Su razonamiento sobre la transmisión de enfermedades y la destrucción del exceso de población por parte de élites dominantes, eran tan claros, que hasta su padre dudaba en apoyarle.

Y le salía todo de sus visualizaciones, no leía nada al respecto, ni veía documentales. Lo tenía demasiado claro para ser una persona de 16 años y medio.

Con veinte años, ya era piloto. Por su talento, fue fichado por una empresa subcontratada por el Gobierno de los EEUU para probar aparatos “especiales”.

Pasó al grupo de ingenieros, sin serlo. Pues lo de trabajar con tecnología inversa, de “objetos” recuperados de procedencia desconocida, le brotaba sin esfuerzo.

En ese nivel, progresó a la misma velocidad que aquel rayo le despertó su consciencia más interna, accediendo a secretos de nivel máximo, de los que conocían tres o cuatro personas en su superpoblada Tierra.

Dudaba si su “don”, era heredado, o todos lo tenían sin despertar; pero estaba ahí. Conforme más lo trabajaba, más puertas se abrían en su cerebro. Veía con claridad cálculos, trayectorias, avances, fuerzas invisibles, vibraciones de moléculas, de partículas, el poder del amor, de la música y de la vida. Todo formaba parte de un enciclopedia que poseía en su cerebro, aprendiendo a abrir el libro que necesitara, según la demanda de conocimiento.

Conoció a la persona con la que viviría más de cien años: Hanna.

Por supuesto que, debido a su despertar de conocimiento ancestral, colaboró en la píldora de la salud. Entendiendo, no poder ponerla a disposición de la humanidad, por los daños colaterales que pudiera causar. La del envejecimiento, estuvo durante unos siglos en poder de unos pocos, pues eso, también podría traer consecuencias nefastas en cuanto a los avances de Planeta y su explotación de recursos. Por otro lado, era genial para los viajes interplanetarios.

Todo se iba cumpliendo. El siguiente paso, era doblar el espacio como dimensión física y luego, construir el tiempo, como una quinta dimensión. Con el uso de la antigravedad, comenzó a probar sus propios modelos, consiguiendo acceder a un “Agujero de gusano” que habían detectado cerca de Venus, para usarlo como una puerta hacia otro lugar del Universo.

Con los avances de conservación del cuerpo humano en viajes espaciales, las capsulitas famosas y la tecnología “recuperada”, enviaron varias sondas sin tripulación y luego tripuladas, que consiguieron regresar con imágenes de otro sistema solar.

Descubrió una posibilidad de expandir la Humanidad en otro confín del Espacio.

En unos años, los avances de la Humanidad, gracias a su conocimiento, habían evolucionado siglos de investigación tradicional.

Se sentía especial, a la vez, de percibir que debía para un poco y dedicarse a vivir su presente.

Se unió con Hanna. Se querían, se amaban y necesitaba su familia.

Como no, la tuvo. Dos bebés, uno en el vientre de Álex. Otro en el vientre de Hanna. Ambos fecundados con esperma modificado genéticamente para transmitir el ADN de sus madres y minimizar la herencia del donante. Venus y Aquiles.

Volvió a España para vivir junto a su familia en un privilegiado lugar de montaña. Sus padres, no sabían apenas nada de su aportación, pero no era un impedimento para aceptar a sus nietos. Para ellos, era piloto comercial.

Una tarde de verano, con los niños dormiditos, ya, Hanna y Álex, se sentaron a ver el atardecer con un café. Cada una en una tumbona, pero con las manos cogidas. Los dedos haciéndose cosquillas entre ellos.

El teléfono sonó de forma sorpresiva, interrumpiendo el momento ideal.

-       Ya. Prepáralo todo, Hanna. Nos tenemos que ir.

-       ¿Pero, cómo?

La llamada no hizo falta descolgarla.

Álex, con el timbre del móvil, despertó lo que le quedaba oculto: consiguió recordar el futuro.

La humanidad sería destruida por su propio ego. Dos civilizaciones enfrentadas por el dominio del conocimiento y de la economía, saltaron en pedazos con la intervención de una tercera potencia que quiso quedarse con la parte más grande del pastel.

Amenaza de misiles nucleares tácticos. Defensas antiaéreas. Si. No. Pues toma. Un par de botones apretados y un lío que acabaría con la civilización actual.

Doce mil quinientos años después de la última visita de los restos de planeta Niburu, que orbitaba al Sol, con esa frecuencia. Los cambios en el calendario Gregoriano, había hecho desvanecerse en la oscura Edad Media, casi quinientos años de vida inútil.

Fue necesario provocarlo, por seres venidos de la manipulación del tiempo como quinta dimensión; no eran más que humanos adaptados a su nuevo hogar. Antes del lento sufrimiento de la destrucción interplanetaria, preferían provocar una catástrofe y sacar de la Tierra, a los miembros suficientes para vivir y evolucionar como especie en otro sistema solar.

Cientos de miles de personas, de todas las razas humanas fueron convocados a ciertas áreas del Planeta, en las que los flujos de líneas energéticas, permitían abrir los portales necesarios para embarcar, en enormes naves nodrizas, en un viaje espacial de varios años; camino del nuevo agujero descubierto detrás de Marte, que era más seguro.

En dos días, su familia y otros cinco mil afortunados, comandados por la Comandante Álex, ex adolescente despertada por casualidad, se encaminaban hacia una aventura que debería durar dos mil años, antes de volver al planeta Tierra y comenzar una nueva y dirigida civilización.

Y así, unas veces más, hasta conseguir defendernos de Niburu. Quizás en el siguiente ciclo. Quien sabe.

Bueno, Álex, sí.

JSG

Comentarios

  1. Qué bueno, Jose! Me ha recordado a un libro de Albert Espinosa que leí hace un tiempo... fijate que de lo futurista que es me parece hasta real. Enhorabuena👏

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  2. Muy bueno Jose...eso que la ciencia ficcion no es lo mio!

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